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Los políticos sintieron alivio

politicos guasonLa clase política argentina vive la desaparición física del Alfredo Yabrán con una sensación agridulce, fluctuante entre la sorpresa y el alivio. Nadie hubiera imaginado un final así, tan trágico, tan del estilo de la sociedad japonesa, donde los señores y los samurais solían hacerse el harakiri cuando la situación se les hacía insostenible. ¿Quién hubiera pensado aquí una solución oriental? Ninguno, por supuesto. Acaso por lo inesperado, como por la complicación que añadía a la cosa pública la acción del ex empresario telepostal, su muerte es un respiro de desahogo para el oficialismo y para la oposición.
Recordemos que esta es una Noticia Antigua
Cuarenta y ocho horas antes de su suicidio en los despachos de la Casa de Gobierno elevaban ruegos al Señor para que el ejecutivo nacido en Entre Ríos apareciera: la Alianza, y el Frepaso, en particular, había transformado la fuga de Yabrán en una consigna de campaña. El lunes varios diputados de la fuerza que comanda Chacho Alvarez presentaron el cuarto proyecto de voto de censura contra el jefe de gabinete, Jorge Rodríguez, quien con la constancia en la mano de lo que proponía la oposición decidió pasar al contraataque.

Entonces, el hombre del presidente Carlos Menem lo recibió en la Casa Rosada el 24 de junio de 1997, "cuando Yabrán no estaba imputado por el juez", según recuerdan los voceros oficiales. Rodríguez salió a replicar los cargos frepasistas con que sus socios en la Alianza, los radicales, recibieron fondos yabranistas para la campaña presidencial del 95, cuando Luis Massaccesi encabezó la fórmula de la UCR.

También puntualizaron desde el Gobierno que los negocios del controvertido empresario se catapultaron durante la postrimería de la administración de Raúl Alfonsín, es decir, con la firma por parte del Ministerio de Defensa y de la Fuerza Aérea del contrato de explotación de los depósitos fiscales (Edcadassa), de los free shop (Interbaires) y del de las rampas aéreas (Intercargo).

El costo político para el Gobierno por haber recibido a Yabrán después de la presunción de instigación del asesinato del fotógrafo José Luis Cabezas es grande. La justificación oficial es que estuvo allí porque era un empresario del que dependían muchos puestos de trabajo. La oposición castigó con que el Gobierno protegía a Yabrán.

Una hora antes de que se conociera la noticia de su suicidio, la conducción del Frepaso en pleno había brindado una conferencia de prensa en el Congreso insistiendo con la letanía del "calor del poder" para Yabrán. Todo cambió con su repentina desaparición, que, de otro modo, la andanada de acusaciones se hubiera transformado en una escalada de cargos y contracargos donde nadie habría salido indemne.

Hace unos meses, Alfonsín, Alvarez y Graciela Fernández Meijide analizaron las relaciones entre la Alianza y el empresario de Larroque, Entre Ríos. Unos días más tarde de aquel encuentro reservado -del que no participaron Fernando de la Rúa ni Rodolfo Terragno- se conoció que las empresas de las que era propietario y las que se le adjudicaban pasaban a manos del Exxel Group, un capital financiero de origen norteamericano. La venta del pool Yabrán salvó a la Alianza de que el oficialismo ejerciera datos de la relación con el empresario fallecido, que llegan hasta dos de los cinco máximos dirigentes de la coalición opositora.

Políticos oficiales u opositores callaron ante la desesperada decisión de empresario, salvo uno: Domingo Cavallo, quien pese a una aparente condolencia hacia la familia lo único que quiso destacar es que él fue el primero en denunciarlo como "capomafia". Hasta Eduardo Duhalde, quien aparece señalado por Yabrán en una de las cartas que escribió antes de morir, optó por un prudente silencio. El jueves debía viajar a la ciudad de Balcarce, pero a último momento trascendió que iría su segundo, Rafael Romá. No quiso exponerse a un comentario desafortunado. Sólo de esta manera puede interpretarse el paso al costado, cuando también pudo ser utilizado para manifestar su pesar, aunque tuviera que ratificar que hay seguir adelante con la investigación del asesinato de Cabezas.

La muerte de Yabrán no termina con los problemas políticos derivados de su conflictiva figura: los hará mutar. La distancia entre Menem y Duhalde por el empresario era -y es- una forma de discutir por el poder en el justicialismo. Mientras que en la Alianza podrá encontrar nuevas sospechas sobre las relaciones del empresario con el oficialismo. Yabrán puede seguir en el medio de la política durante un tiempo, pero más temprano que tarde su influencia será olvidada. Y entonces, la política será un poco más tranquila.

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