sábado

Una historia repetida

Resulta incomprensible observar cómo la historia se repite frente a un manifiesto mecanismo de negación dirigencial. En los primeros años de la década del 80 intervine profesionalmente en la causa conocida como "La bengala de Boca", a raíz de la trágica muerte del joven Basile.
Recordemos que se trata de un artículo antiguo

Fue por eso que fue requerida mi opinión por diversos medios nacionales e internacionales y ante todos ellos manifesté mi extrañeza al observar que los hechos de violencia en espectáculos deportivos sólo comprendían al fútbol.

¿Y qué es lo que distingue al fútbol del resto de las reuniones?


Las barras bravas.

Y su existencia ha sido siempre apañada por, no sólo la dirigencia de los clubes de fútbol, sino también por la dirigencia nacional de turno. Cuando alguno de sus integrantes era detenido, de inmediato alguien "importante" llamaba a la comisaría gestionando su libertad.

En un momento se ordenó a la Policía que ante una gestión como la aludida, la debían comunicar al Ministerio del Interior. Pero esto duró sólo un tiempo.

Frente a este panorama, en 1982, cuando el general Llamil Reston era ministro del Interior, solicité la suspensión del fútbol hasta que se brindaran mínimas garantías de seguridad. No fui escuchado. Como verán, lo que sucede ahora no es nuevo. Es producto de no querer enfrentar el problema de fondo.

Y cuando algún dirigente así lo quiere realizar, se lo deja solo frente a las amenazas y "apretadas", y como nadie puede exigir que otra persona se convierta en mártir, todo sigue igual.

Si todos y cada uno de los protagonistas del más -por ahora- popular de los deportes -llámense dirigentes, periodistas, jugadores, policías, municipales, políticos- no admiten el problema, la solución no llegará.

Cuando se ataca la decisión del juez Perrota se dice que, frente a la ola de asaltos a restaurantes también habría que cerrarlos. Pero la crítica no es válida porque, fuera del fútbol, el resto de los delitos forma parte del común mapa criminológico que debe recibir un análisis distinto al de los hechos que motivaron la resolución judicial cuestionada.

Obviamente el tema no se soluciona con la suspensión -que tengo la seguridad será muy breve- de los partidos; sino sólo con una decisión política del máximo nivel para separar a los violentos.

Y cuando hablo de máximo nivel no hablo de comisiones, las que, como decía Perón, sólo se nombran para hacer lo que no se quiere que se haga.

Séneca dijo que "para los caminantes que no saben dónde van, todos los vientos son malos". Nosotros, ¿lo sabemos?

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